domingo, 30 de junio de 2013

Notica sobre el municipio, la planificación y la participación



  
La función de planificación es una de las más interesantes dentro del poder público municipal en atención a que, por mandato expreso de la CRBV y la propia Ley del Poder Público Municipal su gestión debe realizarse de manera corresponsable y compartida con las comunidades organizadas por medio de la gestión del Consejo Local de Planificación Pública (CLPP).

La planificación municipal puede ser un instrumento de empoderamiento ciudadano de notable eficacia política e institucional. Uno de los propósitos centrales de las alcaldías es el desarrollo sostenible y sustentable contribuyendo de esta forma a elevar el nivel de vida de sus habitantes. En este sentido, el Plan Municipal de Desarrollo (PMD) con un horizonte de cuatro años, el Plan de Desarrollo Urbano Local (PDUL), con otros planes sectoriales y el Presupuesto Participativo son instrumentos por excelencia, para ordenar los proyectos que conduzcan la actividad pública de cada municipio, hacia niveles superiores de desarrollo y donde la ciudadanía puede ejercer su protagonismo por medio del Consejo Local de Planificación Pública (CLPP).

lunes, 24 de junio de 2013

Hacia una definición de la participación ciudadana




La participación es un derecho humano fundamental vinculado a la libertad, al ejercicio pleno de la ciudadanía y también es expresión del verdadero poder popular. El derecho a la participación se encuentra consagrado en los principales acuerdos, declaraciones y pactos del Derecho Internacional Público; tales como: la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10-12-1948), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (16-12-1966), la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos / Pacto de San José (7 al 22 de Noviembre de 1969) y la Carta Democrática Interamericana (11-09-2001); entre otros documentos.

La participación ciudadana supone un nuevo paradigma para el funcionamiento de la gestión democrática del gobierno. En ese esquema, la participación del individuo, del pueblo, de las comunidades organizadas y también de sus entidades asociativas persigue otorgar, al menos protagonismo y corresponsabilidad en los procesos de gobierno. En el caso venezolano, la CRBV reconoce el derecho a la participación en 37% de sus artículos; convirtiéndolo en un valor supremo y estratégico de su contenido; pero además, la Carta Magna garantiza -al menos formalmente-, el respeto de los derechos humanos, en el marco del Derecho Internacional Público, con mandatos expresos y vinculantes.

La participación ciudadana es un proceso social y político autónomo, crítico y dinámico que se propone la democratización de las relaciones de poder en la sociedad. Está motivada por intereses y valores que se pueden desarrollar individual y colectivamente, en relación a la sociedad y el Estado; bajo un contexto que puede ser favorable o no, establecido de manera formal (en el marco jurídico) o de manera informal, derivado de la dinámica por los actores de la propia sociedad.

La participación ciudadana puede ser “clasificada” en tres tipos básicos: la participación política, la participación comunitaria y la participación social. En términos muy sencillos, la participación política es aquella intervención de los ciudadanos; a través de los partidos políticos, tanto en procesos políticos (como la elección y la remoción de autoridades) como en órganos de representación y deliberación como lo son los parlamentos, los consejos legislativos estadales, los concejos municipales y cualquier otro que represente los intereses globales de una comunidad política.

La participación comunitaria estaría constituida por iniciativas ciudadanas con el propósito de recibir asistencia estatal (pública) para atender asuntos inmediatos de interés colectivo en ámbitos territoriales específicos; tales como: urbanizaciones, barrios, vecindades y caseríos. La participación comunitaria se encuentra dirigida a obtener respuesta de las autoridades públicas en problemas relacionados con la calidad de vida de su entorno referido a la prestación de servicios públicos: agua, alumbrado público, vialidad y transporte, seguridad; entre otros. Se basa en la organización de los ciudadanos de manera voluntaria en  asociaciones comunitarias y territoriales.

La participación social está referida a los fenómenos de agrupación de los individuos en organizaciones temáticas para la defensa de intereses sociales. En general, la participación social comprende colectivos voluntarios que realizan su actividad en torno a problemas que afectan a sectores sociales en situación de riesgo o vulnerabilidad o situaciones que afectan la calidad de vida de la población en general como también a sectores sociales específicos. En el primer caso, nos referimos a las personas con discapacidad, personas en situación de calle, infancia abandonada, la población de la tercera edad. El segundo caso está relacionado con aspectos vinculados al cuido del medio ambiente, la defensa de los derechos humanos, la defensa contra la violencia de género, la atención a la pobreza y la pobreza extrema; entre otros.

miércoles, 19 de junio de 2013

MUNICIPIOS BAJO AMENAZA, Y EN ELECCIONES


Miguel González Marregot

El proceso electoral municipal del 8-D enfrentará -en un nuevo episodio-, la plataforma de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el bloque oficialista encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). En los comicios locales habrá dos enfoques: la MUD arriando las banderas de democracia, autonomía municipal y descentralización y el PSUV empujando ahora la “municipalización” del Estado comunal. Y es que más allá de lo electoral, el municipio se encuentra enmarcado en un contexto ampliamente problematizado que amenaza su institucionalidad y vigencia. Veamos.  

Un primer elemento que salta a la vista es la “cultura política presidencialista” que caracteriza a la sociedad electoral de Venezuela. De allí que, lamentablemente los procesos electorales regionales y municipales no reciben ni la debida atención ni la participación masiva de la ciudadanía. Hay un muy bajo interés de la ciudadanía; tanto en la elección de alcaldes y concejales como en su gestión. Un dato: los actuales concejales tienen 2 períodos consecutivos sin renovación electoral y otro dato: en el año 2010 (con la reforma de la LOPPM), se eliminó la elección democrática de las Juntas Parroquiales. Ambos hechos ocurrieron sin resistencia política y ciudadana.

La movilización real y efectiva de electores en el próximo Diciembre será un auténtico reto para los bloques participantes en la justa, será el incentivar el voto en la ciudadanía. La abstención podría jugar un papel determinante en los comicios del 8-D; pudiendo generar sorpresas. En las elecciones de 2005 (última vez que se eligieron concejales y miembros de Juntas Parroquiales) la abstención alcanzó a un 69% del electorado. En 2008, año en el que se eligieron los actuales alcaldes el nivel abstención superó el 40% del electorado como promedio a nivel nacional.

El oficialismo ha contrapuesto la comuna al municipio venezolano. La escabrosa relación municipio-comuna se origina en la visión estratégica del bloque socialista oficialista que propone la creación de un Estado Comunal. Cabe destacar que, dentro del Socialismo del Siglo XXI, la comuna es unidad territorial básica y está en directa contraposición con el municipio. En la actualidad, hay 511 comunas en construcción; según “cifras oficiales” de la Asamblea Nacional que discrepan con la cifra de 633 comunas también en construcción; según FUNDACOMUNAL en su más reciente informe.

Además de las comunas, los municipios deben competir con los consejos comunales. Según la data oficial (también de FUNDACOMUNAL) existirían en el país 42.834 consejos comunales registrados; aunque no necesariamente activos. ¿Por qué constituyen los consejos comunales una competencia para los municipios? La razón es muy sencilla: le restan recursos financieros para la ejecución de proyectos. Cabe recordar que, esos recursos que provienen del Consejo Federal de Gobierno (CFG) son asignados en forma directa a los consejos comunales, sin que los municipios puedan intervenir en ese proceso de distribución de recursos fiscales.

El municipio debe competir con otras “entidades locales” que fungen como representaciones desconcentradas del Ejecutivo Nacional y también del PSUV. Me refiero a las “Salas de Batalla Social” (SBS). Las SBS fueron creadas e impulsadas por el Gobierno Nacional con el objetivo de construir el Estado comunal. Según el Ministerio del Poder Popular de las Comunas, las SBS son “herramientas de articulación entre el pueblo y el Estado” mediante la atención social y política de comunidades en territorios priorizados en el Ejecutivo Nacional. En Venezuela, habría unas 663 Salas de Batalla Social que agruparían a su vez a 11.416 consejos comunales, equivalentes al 26% del total de consejos comunales registrados en el país.

Todavía hay más. La autonomía de la gestión municipal se ha visto seriamente disminuida; tanto por la promulgación de la Ley Orgánica de Planificación (2008) como por la reforma de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2010). En ambas leyes se lesiona la competencia del municipio para fijar su propio rumbo y prioridades de inversión local de acuerdo a sus características geopolíticas, económicas y sociales por quedar sujeto a un sistema de planificación centralizado.

Por otra parte, las finanzas municipales vienen siendo afectadas en su participación en el Situado Constitucional, por el cálculo inadecuado que hace el Ejecutivo Nacional de los ingresos petroleros, al momento de elaborar el Presupuesto Nacional. Pero además, las posibilidades de financiación con recursos provenientes del Consejo Federal de Gobierno (CFG) están limitados por la participación competitiva de los consejos comunales en esa fuente de recursos financieros. Generalmente, los recursos obtenidos por los consejos comunales del CFG, por medio del Fondo de Compensación Territorial (FCT) son invertidos sin coordinación ni control de las Alcaldías; propiciando incoherencia en el desarrollo local.   

Para los sectores democráticos del país, las elecciones municipales deben trascender más allá del tema electoral. Para ello, se debe dejar de lado la visión centralista y concentradora de la práctica política para rescatar de manera eficaz y creíble la institucionalidad municipal. El rescate de la democracia libre pasa por el rescate de los municipios para la libertad, la inclusión social y corresponsabilidad. Pero también se requiere que, cada ciudadano sienta e internalice que los municipios no sólo son las instancias gubernamentales más cercana a ellos; sino que además le pertenecen. De lo contrario, todo estará perdido.