El Programa “Cada Familia, una Escuela” que se desarrolló con éxito en el marco
del año académico 2020-2021 se sustentó en un modelo de enseñanza-aprendizaje
para todos, en el que cada quien desde su rol de carácter educativo se integró
y participó para cumplir con las tareas y obtener los resultados esperados.
En otras palabras, este año escolar –sin duda
alguna-, nos presentó la oportunidad de crecernos en la adversidad…
Todos, los niños, las niñas, los maestros, las
maestras, los padres, las madres y representantes nos involucramos para que este proceso de
formación y tiempo de escolaridad desde la distancia (también llamada aula
virtual) nos hiciera más reflexivos y más creativos para cumplir con los
objetivos propuestos. Se puso a prueba nuestra entrega y nuestra capacidad de
trabajo, la de todos, la del grupo familiar y la del educador.
Es un éxito el haber concluido en julio 2021
con la satisfacción de las metas alcanzadas; pero sobre todo de haber llegado con satisfacción a terminar la
programación académica de cada nivel educativo.
Los maestros con su preparación y formación,
los padres con su esfuerzo y responsabilidad y, los niños y niñas con su
interés y dedicación lograron en equipo un buen final de curso escolar.
Toda esta mística, toda la actividad realizada,
todo el esfuerzo que se hizo, toda la innovación que se impregnó en cada aula
desde la sala o el comedor de ese hogar trajo consigo que estemos contentos y
entusiastas.
Este trabajo se pudo ejecutar porque fue
mancomunado y con gran nivel de comunicación y articulación. Se llevó a cabo
con disposición, con planificación y quizás lo más importante con mucha
pedagogía en medio de esta situación país y situación planeta Tierra que nos ha
tocado a todos compartir desde marzo de 2020.
A partir de marzo 2020, el mundo
cambió…Nuestras escuelas, la nueva forma de llegarle a los estudiantes y a las
estudiantes, los materiales desde el hogar, las conexiones por televisión y por
teléfonos móviles para seguir las pautas y las guías del proceso
enseñanza-aprendizaje, la preocupación de los representantes por las tareas
compartidas y con orientaciones asertivas desde sus conocimientos, la búsqueda
de información a través de otras fuentes. Toda una novedad !!!
Una novedad que nos hizo grandes, en la
adversidad que a nivel planetario se vive. La pandemia producto del coronavirus
nos hizo redireccionar nuestras vidas en lo personal, en lo familiar y en lo
socio-comunitario.
El virus de afectación colectiva en el mundo,
la cuarentena o confinamiento, el resguardarse y protegerse por sí mismo y por
los demás nos hizo replantearnos otra forma de convivir y otra manera de vivir
la cotidianidad. Esta convivencia mundial con medidas de bioseguridad nos llevó
a relacionarnos de otra manera y también a valorar la familia, la escuela y la
comunidad que nos rodea.
La pandemia ha conllevado a que nuestros niños
y nuestras niñas se relacionen de otra manera con su entorno familiar y
comunitario. Ellos han vivido una dura etapa, protegidos en casa pero dura
emocional y psicológicamente. No han dejado de aprender y siguen avanzando;
pero…si les hace falta estar en aula, compartir con sus amiguitos de curso,
recibir el amor y compañía de su maestro o maestra.
En otras palabras, durante el año escolar
2020-2021 les ha faltado el proceso de socialización que es básico y fundamental
a nivel preescolar y de educación primaria. Allí se aprende a convivir y desde
esa etapa se internaliza sobre normas y disciplina.
En la casa se continúa el proceso; pero en este
tiempo del aula virtual a los niños y a las niñas (y segura estoy, también a
los educadores) les ha hecho mucha falta el contacto, la sonrisa, la expresión
de alegría, el cobijo y el reforzamiento pedagógico que todos modelamos en
nuestras clases.
Es de destacar que la pandemia ha modificado
hábitos y en algunos casos hasta conductas en el seno del hogar no solo a los
niños, también a los adultos que allí en el núcleo conviven. Hay que generar un
ambiente cálido, afectuoso, orientador y cariñoso para que avancen ajustados a
sus edades y siempre propiciando un clima de seguridad y de armonía.
La pandemia, este virus que acecha al mundo
entero nos ha hecho cambiar comportamientos. Nos ha hecho valorar al vecino, al
vecino, al conocido para
interrelacionarnos con empatía y solidaridad.
Ha sido, es y será por un tiempo un proceso de
adaptación a esta nueva realidad aquí en nuestro país y en la sociedad mundial.
Se han presentado rupturas porque ya no podemos actuar ni podemos hacer lo que
hacíamos antes de vivir esta realidad en los cinco continentes.
Esta realidad afectó y quizás seguirá afectando
por un tiempo nuestra cotidianidad, presentándonos limitaciones para
intercambiar con niños y niñas en las aulas y con sus padres, madres y
representantes en las escuelas de todo el país.
Puede ser así porque escapa a nuestras manos la
pandemia aunque estemos dispuestos a apoyar en esta emergencia sanitaria que
nos tocó como pueblo. Hay que cuidarse. Esto también pasará…
Lo que toca es seguir siendo agentes
multiplicadores del conocimiento, de la relación de amor y respeto, seguir
siendo modelos y ejemplo para nuestros niños, para sus familias y para sus
comunidades.
En medio de esta ilusión y de la entrega que
tenemos los docentes desde nuestra capacidad de aprendizaje, desde nuestro
estudio y actualización para mejorar técnicas y métodos de clase y lograr
nuestros objetivos pedagógicos y desde nuestra vocación de servicio por la
profesión, lo que tenemos que hacer a diario
es seguir en la búsqueda de metodologías, estrategias y herramientas
didácticas para que nuestros estudiantes tengan educación de calidad.
La educación inclusiva y de calidad es lo que
nos mueve en el día a día de nuestra profesión, que se refleja en tareas de
enseñar en contenidos programáticos y en valores familiares y valores
ciudadanos.
Un niño formado en principios familiares, será
un adulto que reflejará respeto y valoración en su convivencia. Al niño y a la
niña se le forma en el hogar, y es al maestro al que toca profundizar y
coadyuvar para que de grande sea un ciudadano ejemplar.
Debemos seguir cada día con la misma entrega y
la misma dedicación. El ser educador (profesión hermosa y valorada) nos permite
apoyar en la vinculación: familia, escuela y comunidad.
Articulando a la familia, con el aula
(presencial o virtual) y con el espacio comunitario tenemos más que garantizada
la educación que hoy tenemos y que cada día queremos mejorar. Forma parte del
reto colectivo porque nuestra población se merece lo mejor !!!!
Vivan nuestros niños, nuestras niñas y nuestros
maestros y maestras. La educación es el motor que nos mueve en trabajo conjunto
con sus madres, padres y representantes.
@gestiondecambio