La participación es un derecho humano fundamental
vinculado a la libertad, al ejercicio pleno de la ciudadanía y también es
expresión del verdadero poder popular. El derecho a la participación se
encuentra consagrado en los principales acuerdos, declaraciones y pactos del Derecho
Internacional Público; tales como: la Declaración Universal de los Derechos
Humanos (10-12-1948), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(16-12-1966), la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos / Pacto de San
José (7 al 22 de Noviembre de 1969) y la Carta Democrática Interamericana
(11-09-2001); entre otros documentos.
La participación ciudadana supone un nuevo
paradigma para el funcionamiento de la gestión democrática del gobierno. En ese
esquema, la participación del individuo, del pueblo, de las comunidades
organizadas y también de sus entidades asociativas persigue otorgar, al menos
protagonismo y corresponsabilidad en los procesos de gobierno. En el caso venezolano, la CRBV
reconoce el derecho a la participación en 37% de sus artículos; convirtiéndolo
en un valor supremo y estratégico de su contenido; pero además, la Carta Magna
garantiza -al menos formalmente-, el respeto de los derechos humanos, en el
marco del Derecho Internacional Público, con mandatos expresos y vinculantes.
La participación ciudadana es un proceso social y
político autónomo, crítico y dinámico que se propone la democratización de las
relaciones de poder en la sociedad. Está motivada por intereses y valores que
se pueden desarrollar individual y colectivamente, en relación a la sociedad y
el Estado; bajo un contexto que puede ser favorable o no, establecido de manera
formal (en el marco jurídico) o de manera informal, derivado de la dinámica por
los actores de la propia sociedad.
La participación ciudadana puede ser “clasificada”
en tres tipos básicos: la participación política, la participación comunitaria
y la participación social. En términos muy sencillos, la participación política
es aquella intervención de los ciudadanos; a través de los
partidos políticos, tanto en procesos políticos (como la elección y la remoción
de autoridades) como en órganos de representación y deliberación como lo son
los parlamentos, los consejos legislativos estadales, los concejos municipales
y cualquier otro que represente los intereses globales de una comunidad
política.
La
participación comunitaria estaría constituida por iniciativas ciudadanas con el
propósito de recibir asistencia estatal (pública) para atender asuntos
inmediatos de interés colectivo en ámbitos territoriales específicos; tales
como: urbanizaciones, barrios, vecindades y caseríos. La participación
comunitaria se encuentra dirigida a obtener respuesta de las autoridades
públicas en problemas relacionados con la calidad de vida de su entorno
referido a la prestación de servicios públicos: agua, alumbrado público, vialidad
y transporte, seguridad; entre otros. Se basa en la organización de los
ciudadanos de manera voluntaria en
asociaciones comunitarias y territoriales.
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