lunes, 14 de diciembre de 2015

VENEZUELA: SOBRE LA NUEVA ASAMBLEA NACIONAL 2016-2021




Como ya sabemos, las elecciones parlamentarias realizadas el pasado 6 de Diciembre ofrecieron unos resultados que permitirían restituir el equilibrio democrático y la reconstrucción institucional que requiere nuestro país. El resultado no dejó dudas: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) alcanzó una amplia victoria con 7.707. 422 votos (56,2 %), frente al oficialista Gran Polo Patriótico (GPP) y sus 5.599.025 de votos (40,8%). Venezuela votó por un cambio.

Con esta votación, la MUD obtuvo 112 diputados frente a los 55 del GPP. De esta forma, la alianza opositora alcanzó la mayoría calificada en el parlamento venezolano. La mayoría parlamentaria calificada permitirá a la oposición democrática ejercer un amplio y decisivo control sobre la gestión del gobierno del presidente Maduro; así como también impulsar la revisión, reforma y mejoramiento del marco legal vigente; haciendo énfasis en la reivindicación de la agenda social, como lo anunciara Jesús “Chuo” Torrealba, Secretario Ejecutivo de la MUD. 

Resulta inevitable resaltar que, el triunfo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se produjo en condiciones de una desventaja asimétrica. En efecto, la MUD se enfrentó a múltiples factores adversos que incluían desde un Consejo Nacional Electoral (CNE) parcializado y bajo tutela gubernamental,  pasando el desproporcionado despliegue propagandístico oficialista y la presión sobre los servidores públicos, hasta el bloqueo total comunicacional e informativo en los medios. 

Otro detalle a destacar es la absoluta calma y tranquilidad que se respira en el país; luego de las elecciones. El pueblo venezolano está demostrando que está mucho más claro, en sus convicciones democráticas de lo que imagina la dirigencia política (de cualquier bando). Y también,  los resultados electorales representaron un mensaje claro y diáfano a posiciones abstencionistas y  a aquellas que anhelan salidas militaristas. El pasado 6D comenzó el rescate de la democracia en Venezuela.

La reacción post-electoral del gobierno no ha sido fácil; pues el mito de su imbatibilidad electoral ha terminado con esta derrota contundente. Mientras las intervenciones de los principales voceros del PSUV (Maduro-Cabello) se han basado en el uso de un discurso agresivo y en los intentos de “escurrir el bulto” de la derrota, sin mucho éxito. Por otra parte, la gobernabilidad del proyecto socialista ha sido seriamente afectada, o si se quiere, reducida a una expresión mínima. Al PSUV le toca intentar una revisión, en condiciones de mucha incertidumbre, por la baja calidad de su actual liderazgo.  Allí, en ese partido político se vislumbra una crisis. 

Por su parte, la MUD tiene como principal reto “gobernar” el poder legislativo de la República. Esto supone que, la gestión de la Asamblea Nacional se oriente al cumplimiento de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. De lo que se trata es de re-institucionalizar al país; mediante el rescate de la autonomía y el equilibrio de los Poderes Públicos. A la MUD le tocará  soportar un conjunto de presiones; tanto internas como externas. La gestión de la Asamblea Nacional no le será tan fácil, sobre todo al considerar las acciones  obstruccionistas que desde ya prepara el PSUV. Mantener la unidad en la MUD es vital.

Lo que hay que tener muy claro, es que la nueva Asamblea Nacional (que comienza su período el 5 de Enero) tiene un horizonte temporal de cinco años; es decir, su actividad se enmarca en el lapso constitucional 2016-2021 por lo que no debería ser evaluada con una visión cortoplazista. Durante ese lapso, se sucederán procesos institucionales y políticos muy relevantes como por ejemplo la renovación parcial del Consejo Nacional Electoral (CNE) y las elecciones en estados, municipios y las presidenciales. Otra cosa que hay que tener presente, es que la Asamblea Nacional no es el gobierno; aunque le corresponde controlar la gestión del mismo y legislar para toda la actividad del Estado y para todos los ciudadanos.  

No olvidemos tampoco que, la Asamblea Nacional inicia su gestión en medio de la mayor crisis por la que ha atravesado nuestro país: inseguridad ciudadana desbordada y creciente, una inflación de 200%, una pobreza crónica estimada en 22%, escasez de alimentos y medicinas y con servicios públicos deficientes. Pero quizás lo más grave lo constituya la exclusión, el odio social y la discriminación que ha venido promocionando el PSUV desde la administración gubernamental. En medio de esta situación, a la nueva mayoría parlamentaría le tocará convertirse en el referente inclusivo y responsable que requiere el país. Para eso, el pueblo los eligió y este será su mayor reto. 

Los principios de eficacia, de cercanía y de transparencia deberían ser el hilo conductor en esta nueva etapa del parlamentarismo venezolano. Eficacia, en cuanto al tratamiento de los procesos de formación de leyes y de control de la gestión pública. Cercanía, con cada uno de sus electores sin ningún tipo de sectarismo ni exclusión. Transparencia, informando de manera pronta, oportuna y veraz a la opinión pública y al público, de la actividad parlamentaria y donde el acceso a la información pública se convierta en una práctica administrativa rutinaria. El 5 de Enero de 2016, comienza otra etapa en nuestra historia.         
@migonzalezm

No hay comentarios:

Publicar un comentario